Aún henchido de ilusión y de esperanza,
más algo cansado ya de tanto vapuleo,
de la vida voy pasando y me recreo
en los placeres que mi mente alcanza.
Ando sonámbulo de lisonjas y otras mieles,
de elogios harto y de censura ausente,
no me olvido de tener siempre presente
que dormirme nunca debo en los laureles.
Paso a paso hago el camino caminando,
aunque lento su trazado voy siguiendo,
aún curioso por donde ando voy mirando
y así, poco a poco, mi trayecto recorriendo.
Tranquilo espero a que llegue ya el ocaso
en tanto que voy el paisaje reviviendo,
ignoro si al final me aguardará el parnaso
o si mi postrero sino me conducirá al averno.