Vi una flor, dejar de sonreír,
al no ver a su jardinero,
su vida se iba en sufrir
entre angustias y miedo.
La vi con sus pétalos desechos,
con sus colores marchitos
lanzando quejidos al viento
con un dolor infinito.
Vi esa flor, sí amigos, la ví
pensando en su vida nueva….
en volver a ser feliz
renovando su primavera.
Aquella flor, la vida
milagrosamente recobró
y ahora de nuevo sonreída
abre sus brazos a Dios.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela