Josefina 46

Y POR FIN TE PRESENTAS...

Otoño, bello y misterioso,

cuanto has tardado este año en llegar,

cuanto te has hcho de rogar,

pero en mi pensamiento amoroso

no has dejado ni un sólo día de estar.

 

¡Contemplando mi jardín,

el rosal de nuevo florecido

y el oloroso y blanco jazmín

de sus pequeñas flores revestido,

llegué a pensar que te habías perdido!

 

Otoño, ¿dónde te habías metido

con esos días propios del caluroso estío

cuando a la luz del alba los pajarillos

nos despiertan con sus trinos?

 

Paseando atardecido

mojaba mis pies en el agua del río

esperando que la suave brisa me dijera

si estábamos en otoño o en primavera.

 

Y por fin te presentas...

llamando con premura a la puerta

y a mediados de noviembre con desafío,

con lluvia, viento, nieve y mucho frío.

 

Y en esta ocasión no he sentido

como en antaño tu melancólico despertar,

ni te he visto descolgar tu gris vestido

ni me has brindado tu difuminado colorido.

 

Como pintora te he echado de menos,

no has posado con tus ocres y dorados,

ni tu voz plañidera me ha acompañado

escribiendo del alma estos versos.

 

Me he perdido el espectáculo

que ofreces de luz y sombras,

donde tejes de hojas una alfombra

que de los sufridos árboles despojas.

 

Y te marcharás como has venido,

tarde, de repente y sin despedida,

por algo llevas la fama adquirida

de ser la estación incomprendida.

 

Pero yo te seguiré esperando

porque sé que nunca has de faltar,

tarde o temprano te sentiré llegar

y a la tierra y mi corazón alegrar.

 

Y te recibiremos con agrado, otoño querido,

porque siempre serás de todos bienvenido

y yo te acunaré de nuevo en mis brazos

dándote el más sincero de los abrazos.

 

Fina