Henry V

Carta a mi hijo

Carta  II

A MI HIJO

Ven caballero,   desviste  tu  fe frívola,  levanta su oído,  e iza  la bandera  de la contemplación. El fervor   leal  a  tus guerras te otorgará  la conquista de  un galeón, para  andar  la nueva mar.  

 Mujer:  fragmento sublime  de  la plenitud. (Su  alma es una mina   de  ímpetu. Incrusta tu virtud de él,  y   otórgale  el  talismán de las ilusión;   con el cual, conjure   el espíritu  de la unidad.) Por ella: Enciende los brazos de la esperanza   y  siembra   comprensiòn    en las  villas  de su  cielo.  Dirige,  en los  coros  del viento,   un  canto  de evocación   a los dioses  de  la fortuna, por su  tiempo, por sus frutos.   Forja  una espada  de fuego en  el yunque  de  sus  besos,   blándela  gallardo  e  impide   al lobo  del quebranto,   prenda    el cuello del  amor.  Se  implacable con   el    menesteroso  de  las  pasiones. No lleves  a palacio   polilla   de orgullo  entre las ropas, carcome  los huesos    de la razón.  Amala como  amarías    la  sangre  de  la tierra entre tus manos.  Da tu piel por la suavidad de la suya.  Haz poemas a   las  piruetas de su  ánimo, y confiere  tu sangre, toda tu sangre   al recaudo de sus amorosos ojos.

Por  el desposeído y la  mortaja de su sombra:   Corona tu virtud  con guirnaldas de   ahínco. Siembra árboles  frente  los rostros de hacha  y  fuego.   Exhuma  de las mordazas tu sangre  de niño. Apiádate del  filósofo  de ocasión y bríndale el perfume de tu  silencio   en  alforjas  de oro. Besa la lepra del cansancio hasta curarlo. Haz  un refugio lejano  para  el chacal del ocio, y  dale  a carcomer las hojas de  un libro sagrado.  Las uvas del  dolor hacen  vino  más robusto y generoso,  bebe lo suficiente y nunca convides. Las manzanas del sufrimiento avinagran la sidra  del anhelo.   Pon tu diestra  en  prenda por  la justicia  y  en la siniestra  empuña la dadiva contra avaros  y   codiciosos,   pide  sus  espejos  y   velo  todos los días  de tu vida. Fuma   tempestades en tu pipa de  paciencia  y  altera tu espíritu con hojas de  lluvia  cualquier otoño.  Galopa  desaforado    solo si ves   al cielo hacerse  monedas  de oro y únicamente para   salvar  de un huracán  a tu estirpe. Venera  las   mentiras de los patriarcas,  son semilla de tolerancia. Y    cuida de la bondad  ajena más que a tu vida, en ello te va  la vida.