Kabalcanty

COÁGULO

- COÁGULO -

 

 

Ensangrentadas mantuvimos las escaleras,

odiándonos los ojos y sellando los labios

porque ya nada nos quedaba por decir

que no lamiera los peldaños mansamente

refocilándose en toda su fluidez soez

de espanto infinito que nos hería.

Tras tantas carnes y huesos peldañeados,

puliendo lo fútil en material de agarre,

sólo la visión congraciada del escéptico

embelesaba color sin dejarnos amorfos,

salpicados donde el barro nos calmará

de todas las dolencias mostradas públicas.

No deseábamos mostrar la sangre, ni aún lejos,

porque caímos sin querer ser vistos

mintiendo muchas resurrecciones

que penamos, llenos del azogue de la culpa,

asombrando el mármol de la escalinata.

Las espaldas, finalmente, no tuvieron rostro,

ni siquiera acordonando todos los pretéritos,

nos quedó el sufrimiento tallado en las uñas

cuando el hombro esmeril del viento

nos sacudió como chispas tan efímeras.

 

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