Me gusta cuando te derramas como el mercurio Y las sabanas de mi cama te retienen impolutas Porque esperas que mi tacto encendido te recorra A cambio de un suspiro profundo y divino Me gustas cuando sonríes Y en mi alma se extienden los amaneceres blancos Distingo las piedras del lecho lácteo de tu río El granado que acompaña el meandro de su boca Me gustas cuando el hambre se me clava en la garganta Y la sed es más profunda que el agua en los desiertos Porque tus besos me resucitan Con el fresco rocío de las primaveras al caer la tarde Y tu boca sabe a néctar de flores Tu pelo, es como un suspiro de jacintos despeinados Me gustas cuando toda entera Eres cultivar de mis diez hoces poéticas Y te siembro rimas y yemas desnudas En la espera de tu florecer íntimo y prohibido Cuando el deseo y tu, sois solo uno Cuando modelo tus cadera con el barro de mis plegarias Y desciendo como tímidas gotas de lluvia Hasta alcanzar las raíces de tu sombra El extenso comienzo de tu palidez blanca Me gusta siempre amarte Hasta alcanzar la envidia de mis propias manos Me gusta prometerte un poema A cambio de todos tus besos desprendidos y olvidados Y nuevamente preguntarte ¿Quién surgió antes? El poeta … o tu belleza