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Ámame en cada beso… confesándome mil deseos…
en cada caricia, que cercenen ellas el silencio crepuscular...
en cada mirada de luz que hoy vienes a brindar.
Hazme vivir... soy tuya y nada más,
eres el dueño de mi piel y de mi ser,
quiero sentir… que eres tú un bello “sueño real”
el que me hace siempre suspirar...
ámame... deja que tus labios se deslicen...
y enciendan de norte a sur todas mis cimas,
que el fuego intenso en ambos se sienta
y la caricia tierna se haga hoguera
e invada todos nuestros sentidos…
y tu piel y la mía proclamen sus delirios...
ámame... acaríciame... bésame...
imprégname de tus mieles exquisitas...
súbeme a ése, tu cielo de deseos...
que hay en tu cuerpo de hombre sensual,
con el viaje de tus manos que saben acariciar...
el juego y el lenguaje de nuestras piernas
y el placer de siempre estar contigo...
ámame… en esta libertad que hay de amar…
navegando entre aguas encrespadas,
por el fuerte viento de nuestros suspiros...
mi pecho agitado y emocionado te tiene
y te contiene; va dibujando el momento...
mis labios traviesos tienen sabor a ti
todo ya me sabe a ti, ¡¡¡qué delicia!!!
y los tuyos, ¡ay los tuyos! ya van coreando sus intenciones…
ámame… ¡y que se alce tu río y se desborde!
en este mar de fuego que es mi cuerpo,
que se adentre en el infinito...
y se unifiquen mis secretos y los tuyos...
y posa tus manos en mis caderas,
que firmes por tu amor están ellas;
que se fundan nuestros cuerpos entre idas y venidas…
en ese único beso, al sur de ellos
y en el éxtasis de sabernos y hallarnos,
sea él nuestro universo.
Hija del Sol
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