Sobre tu antes negra cabellera, se dibujan ahora algunas líneas,
puras, albas, como corolas de blancas rosas
que coronan tu cabeza cual tiara de hermosa princesa.
En tu mirada, ya caminada pero aún vibrante,
tus pupilas me cuentan historias calladas, escondidas,
de los kilmétricos años, las risas, los suspiros,
las noches en vela, tesoros de tu alma;
todo bajo unas cejas que se fruncen en una extrañeza
al notar mis atentos ojos clavados en ti,contemplandote,
y tú tan solo me sonries.
Se marcan algunos pliegues en las comisuras de tu boca,
en tu frente, en tus manos, como líneas de tiempo,
como los anillos en el tronco del roble, del cedro,
antiguos y sabios por tantas cosas vistas.
Estoica, valiente amazona, guerrera de esta vida,
y aún así suave y tibio es tu regazo;
tu amor ha sido mi escudo y mi espada a la vez.
Te vislumbro en el umbral de mi puerta
y los rayos del sol cayendo tras de ti semejan un par de alas,
entonces termino de comprender, Madre,
que no pareces, sino que eres un verdadero ángel, mi ángel.
AUTOR: Beatriz Contreras Encarnación