Eres el nombre, del más bello pecado,
de un pecado con linda sonrisa en el rostro,
eres el verbo de todo lo que hago,
y me incitas a soñarte,
a desnudarte el alma.
Pero tengo medidas las manos,
porque después de todo;
Puedes ser el mismo diablo,
Porque a veces no entiendo
lo que haces, ni lo que hago.
Y me tomo una copa de buen vino,
pensando en lo prohibido, en el juego de nuestras
palabras, en el placer de nuestra mirada.
No, ya no desnudes tus caderas,
que me desatas las ganas.
Y podrían llamar maldita a la manera
en la que pienso, porque te pienso, y no debo.
Ayer solo existía el cielo, pero parece que ahora
me estoy acostumbrando a pisar el infierno.
Y después de todo,
mis demonios no son tan malos,
no me hacen sentir que me estoy quemando,
que arde mi cuerpo, mi sangre,
que me estas consumiendo mi bello pecado.
(Pecado…
Olvidemos los trucos…
Que yo podría ser el mismo diablo.)