Sobre el papel rasgué el puñal y lancé un grito
con rabia fiera tal, de ira mortal y mal talante
¡maldita sea! que, blanco, aquel papiro maldito,
sumiso, se humilló ante este escritor proscrito
y disparado volando salió hasta llegar a Marte.
Era tarde, yo cansado y los vientos de levante,
furiosos, sin compasión aporreaban la ventana,
casi dormido, sólo mis deseos seguían adelante
empujando a la invención que aceptó el guante
y entretenido me tuvo hasta llegar a la mañana.
Y una y otra vez la pluma deslicé sobre el papel
sin ningún resultado conseguir ¡oh intento vano!
Repasé algunos libros que tenía en mi anaquel
para intentar después yo reflejar con mi pincel
sin éxito, imposible fueme eludir a aquel tirano.
Hasta que apareció la inspiración como una rosa
que desafiándole a la losa ¡que dulce sensación!
aquella brisa de los cielos coqueta y muy celosa
en mis ojos quiso posar como una bella mariposa
brotando los más tiernos sentimientos de emoción.