Alma Marchita
Tal vez una mañana de frio o de calor, el trino lirico
De un jilguero, de un chingolo o el zorzal
Te traigan los suspiros de un abrazo, un recuerdo veinteañal
Quizás este muy lejos, tal vez muy cerca, atraves del ventanal.
Allí en el silencio, tú sola y la cortina que el viento mece
Recordaras que un día, tus mejillas supe acariciar
En un espacio del suspiro,en tu pecho se harà surco,
asi mi recuerdo y simiente habrán de germinar.
Y la pequeña flor, blanca y pálida de la madreselva
Tocaran tus manos, tus dedos suaves que tanto ame
Pues la flor bella y perfumada
Para ti yo la sembré.
Empero seguirán, tus pasos buscando otro querer
Que otros hombres otros amantes, allanen en tu alma
Que borren los tormentos, que al mirar la hermosa hiedra
Te recuerden mi Cariño y toda tu orfandad.
Como cuando los niños crecen, nuestros hijos, dejan el hogar
Habrá mil niños naciendo, diez miles riendo y haciéndote reír
Más nunca será, como aquel aroma que amaste de tus entrañas
Que dejan las querencias, momentos que no han de volver.
Quizás en este mundo tú, me amaste, a tu forma con tu cincel
Como amas a tus plantas, regándolas cuando tú, tienes sed
Pero en un santiamén algún enemigo hasta la misma muerte,
Hurta, aquel primer amor.
Y hundirás tus manos, en la tierra, buscando la raíz,
Ante el juez de tu conciencia y compareciendo al creador
Y tus ojos tristes sin fin, con tus lágrimas de rocíos sola frente
a frente con tu soledad,implorando el perdón por toda tu frialdad.
Darío Ernesto Muñoz Sosa