Darío Ernesto

Alma marchita

 


Alma Marchita

 

 Tal  vez una mañana de frio o de calor, el trino lirico

 De un jilguero, de un  chingolo o  el zorzal

Te traigan los suspiros de un abrazo, un recuerdo veinteañal

Quizás este muy lejos, tal vez muy cerca, atraves del ventanal.

 

Allí en el silencio, tú sola y  la cortina que el viento mece

Recordaras que un día, tus mejillas supe acariciar

En un espacio del suspiro,en tu pecho se harà surco,

asi mi recuerdo y simiente habrán de germinar.

 

Y  la pequeña flor, blanca y pálida de la madreselva

Tocaran tus manos, tus dedos suaves que tanto ame

Pues la flor bella y perfumada

Para ti yo la sembré.

 

Empero seguirán, tus pasos buscando otro querer

Que otros hombres otros amantes, allanen en tu alma

Que borren los tormentos, que al mirar la hermosa hiedra

Te recuerden mi Cariño y toda tu  orfandad.

 

 Como cuando los niños crecen, nuestros hijos, dejan el hogar

Habrá mil niños naciendo, diez miles riendo y haciéndote reír

Más nunca será, como aquel aroma que amaste de tus entrañas

Que dejan las querencias, momentos que no han de volver.

 

Quizás en este mundo tú, me amaste, a tu forma con tu  cincel

Como amas a tus plantas, regándolas cuando  tú, tienes sed

Pero en un santiamén algún enemigo hasta la misma muerte,

 Hurta, aquel primer amor.

 

Y hundirás tus manos, en la tierra, buscando la raíz,

Ante el juez de tu conciencia  y compareciendo al creador

Y tus ojos tristes sin fin, con tus lágrimas de rocíos sola frente

a frente con  tu soledad,implorando el  perdón por toda tu frialdad.

 

Darío Ernesto Muñoz Sosa