Sin ti, amor,
soy un libro que nadie lee
y que se quema en el fuego lento del olvido.
Sin ti, amor,
no soy más que una puerta sin llave,
un armario vacío,
un grifo que no abre,
un espejo que mira de cara a la pared.
Sin ti, amor,
mi vida es un recinto
con muros y alambradas
donde encierré mis sueños
a una pena perpetua.
Sin ti, amor,
mis lágrimas son los dientes
de un perro pordiosero
que sólo se alimenta
de insomnios y desvelos.
Sin ti, amor,
esparzo estos versos
en un papel mojado
como un puñado de tierra
sobre una tumba abierta.
Sin ti, amor,
la música que escucho
procede del silencio,
del lado donde el hombre
se pudre sin piedad.
Sin ti, amor,
la muerte ya me tarda
mientras me hago viejo
en plena juventud.
Consultaré con mi suicidio
por teléfono
a ver si me aconseja
entre una recia soga
o el filo de un puñal.
No creo que Dios me entienda
porque Él sólo comprende
a aquellos
que matan o mueren por su amor.