“SAL Y AZUCAR”
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Porque todos los días me levanto
pensándote y me callo, no lo digo,
pero cada mañana yo bendigo
el tener de tus manos el encanto
por haberme mostrado el bravo llanto,
dejarme compartir ese castigo
que solo se permite al que es amigo
al querer abrazar ese quebranto.
Hoy ya eres vida mía, mi prisión,
mi cárcel y mi celda con su reja
al tiempo que paloma en mi balcón.
La causa y el motivo que me aleja
de tener en el sol un apagón
que sin ti, siempre fue mi eterna queja.
Y esta es la moraleja,
que la sal se convierte en el dulzor
que nos deja la herida del amor.
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Carles C. 05/XII/2013