No son recuerdos los que me inquietan,
es tu ausencia que desborda mi razón
abonada por el tiempo que, imperturbable
acelera el corazón que, ansioso,
tan solo pide que regreses.
Cuando ese reinado invariable
deje en letargo la pasión con que,
tu nombre tantas veces al cielo clamo,
sentiré a mis adentro, impotente,
derrumbarse una esperanza.
Que saben mis ojos de esta espera
que humedecen a ratos sus pupilas,
cuando chocan adentro pensamientos
ligados todos a tú ausencia
Este espacio repite los días
como se multiplican ruegos
que pide mi saber respuestas, para que,
como un manto, esta angustia mitigue.
Inconmovible el tiempo pasará
hasta que mi corazón decida detenerlo,
¿sabré de tantas revelaciones
como preguntas hoy me atormentan?
y en el mismo instante,
¿me estarás esperando?