No me temas
Cuando hicimos el pacto
de ser amigos, lo cumplimos.
Nos comportamos como tales.
Todo andaba sobre seguros rieles.
Éramos como dos niños
con ansias de felicidad
y de juegos que iluminan
nuestro ser...
Todo fue perfecto.
Lo recuerdo como
uno de los acontecimientos
más felices de mi vida.
Estar a tu lado,
fue como sentir
que estaba al lado
de mi amada madre.
Ella ya no está.
Pero tú sí.
Después, aparte de amistad,
hubo un sentimiento
mucho más profundo.
El sentimiento del amor...
ése, que todos
necesitamos tener.
El amor incondicional,
el que se siente en el corazón.
Sin límite de tiempo y edad.
Tú también sentías atracción
por mí, y me expresaste
que te considerabas la mujer
más dichosa al haberme conocido.
La dicha no siempre es eterna.
¿Quién es dichoso eternamente?
Puede ser que alguien piense...
\" Yo, soy desde siempre dichoso\".
\"Yo, soy inmensamente dichosa,
de toda la vida\".
Respeto ese pensamiento.
¡Qué suerte tienen
los que puedan expresar
esa dicha, con tanta perpetuidad!
Expreso yo, que no puedo decir
lo mismo.
He sido muy feliz en determinados
momentos de mi vida,
y otras, muy desdichado.
Son reglas de la vida.
Son normas de los sentimientos.
Hoy soy feliz,
ayer no lo he sido tanto.
¿Cómo ha de ser
mi felicidad mañana?
No quiero pensar en él,
en el mañana.
Vivo el hoy.
Mi presente.
El pasado, fue.
El futuro ha de llegar.
Lo he de esperar...
Nuestro presente,
el tuyo y el mío,
ha decaído.
Me tienes miedo,
porque dices que soy muy exigente,
muy drástico, muy posesivo.
Acepto lo que me dices.
Soy todo eso, y más...
que habla a mi favor,
o en mi contra, no lo sé
realmente. Pero puede ser...
Sólo te pido que no me temas.
Soy como soy.
Te amo como te amo.
Te brindas enteramente
con tu cuerpo,
y el mío te lo entrego
con todas las ansias
que mi piel siente.
No estás sometida
a mis caprichos,
a mis necesidades sexuales,
si me deseas, me tienes,
si no quieres, me abstengo...
Pero noto en ti
algo de temor...
No me temas.
Tuyo soy, y te entregas a mí,
cuando me deseas...
No te exijo, sólo te poseo,
cuando tienes ganas.
No soy un sádico.
Soy un hombre que necesita
ser amado, y tú has sido mi elegida.
Me brindas en esos momentos, todo.
Te entrego todo lo que
puedo llegar a darte.
Pero por ser como soy,
no me temas.
Le das calma a mi alma.
Y yo deseo que tú
tengas la calma que necesitas...
Derechos reservados del autor (Hugo Emilio Ocanto - 10/12/2013)