Me gusta mirarme en tus ojos,
escuchar nuestros silencios..
entrelazar tu mano a la mía,
unirlas en caricias dulces como besos traviesos.
en silencio, recargar mi rostro en tu pecho
descifrar el calor de tus latidos...
esa calma de sentirme tan protegida por el calor de tu cuerpo
me da una paz eterna e infinita.
caminando a tu lado
sin necesidad de palabra alguna revivo el adolecente pasado,
¡Cuánto nos ha reclamado el tiempo!,
y sin embargo es tan clemente
manteniendo el rose de tus labios al temblor de los míos...
¡cuantos silencios!
y tus pensamientos, siempre tan cómplices de los míos,
que el unir nuestros labios parece un ritual casi gloriosos,
despega el alma de la realidad volviéndola un suspiro eterno.
¿Cómo no amar aun nuestros silencios?