Fruta madura
Claro de luna, dentro de mi espejo…
fresco, muy fresco.
Amante sombra umbría,
aquí te estoy quemando
en las burbujas de mi sangre,
ardes dentro …adentro y más adentro.
Rosario de vellones en mi cielo,
tejeré devota, los hilos que te bajan
a mi lagar de piñas, de tardías uvas otoñales
racimos luminosos de coihues y manzanas.
Amo tu melodía,
¡intensa precipitación,
inundando de signos mis entrañas!
¡Déjame parir entre tus manos,
los soles ya maduros,
la gracia intacta del beso enamorado!
¡Déjame romper el cuenco de tu pecho,
con el grito elevado de mi sangre!
¡Ah, yo te amo hombre suave!
ternura silenciosa,
distancia al lado mío,
cavé en lo profundo de tus zonas aisladas,
llegué a la gloria de hundir mis pies
en toda sal y substancia soterrada.
¡Estremecido de mar y de trigales!
Hombre mío…
nervada curvatura de mis dedos,
tus ojos, como un colgajo de estrella
taladran los arcones de mi cráneo
separan la luz de las tinieblas.