Henry V

El Rey de Oros - CUENTO DE CRÍTICA SOCIAL.

 La partida de póker terminaba temprano.  El rey de oros, tras retirarse el atuendo  monárquico, abandonó el mazo de cartas, cobró su quincena –  poco más  del  sueldo mínimo- y caminó a la estación  del subterráneo   más cercano.  Saltó los torniquetes  para después  abordar  el vagón en calidad de emparedado. Su destino  era   a La Nave:   su pulquería favorita   cercana   al Árbol de la Noche Triste. Después de  tomar  tres litros  de curado de nuez y  perder sus ropajes en  la rayuela  fue  a  la feria del patrono de la colonia  por  su mujer,  La Sirena de la  Lotería. 

-Mira nada más Tolésimo,   vienes cayéndote  de beodo. Y ¡mira que fachas!

- ¡Ay sí!  Tú  nomás  te quitas  las aletas, la faja, la peluca y pareces amandititita… Ya viejita, mira, te traje… te traje… ¿y el pinche traje?

- Seguro lo perdiste  en   la pulcata…

-Qué le hace, al cabo que ya me ofrecieron un trabajo mejor pagado.

- Ándale sí…

- Clarín, corneta, mi sirenita  de  sololoy  me la van a dar de celador en  la cárcel del juego de la oca…

-Flamante  guardia…

- Ya, mi pececito   beta, bájale o me voy con las damas  chinas.

- Semejante borracho.  Bien me decía mi santa madre “ Cásate con El Catrín o  el Soldado, y mira nomás,  me tocó el Borracho.

-El catrín  la hace  de joto en  una  baraja inglesa, mi bodoquito  y  el soldado es narco  en sus horas libres.

- Pura envidia…

-Mire,   adivine a  dónde la voy a llevar. A un hotel del monopoly, ¿no  le da gusto?

-  Ni loca…

-Pos uste  se lo pierde.

El Rey de Oros,  dormiría   esa noche en esa misma celda que presumía, pero  como detenido, por alterar el orden  en la feria  al intentar  subirse  a la rueda  de la fortuna,  en paños menores ,gritando  consignas “Pemex no se vende, culeros” y  “Esta  fortuna es mía, bájense o los bajo  a madrazos.” Se quedó como el perro de las dos tortas y terminó   de travesti  en una baraja para adultos.  

 

Relatos del Capytán Lechuza