Los armarios, los libros,
tus muebles de cocina y yo diría que hasta tu corazón
lo están pidiendo a gritos:
es urgente
que te pongas la ropa de diario y te dediques
-yo contigo-
a hacer una limpieza general,
de esas que a veces
duelen tanto y se enquistan porque siempre
dejamos para nunca.
Y estaré junto a ti mientras tú tiras todos esos cacharos
que no sirven de nada,
los periódicos viejos, las revistas de cine,
los cuadernos de versos que hace tiempo escribíamos
y hoy no valen
sino como refugio de organismos extraños y de polvo.
Yo avivaré las brasas
mientras echas al fuego los recuerdos amargos,
mientras arden
todas esas mentiras que hoy no puedes
ni puedo
retener en los labios.
O mejor todavía, si prefieres
olvidarte del tiempo y renunciar a las cosas sin tocarlas siquiera
prende fuego a la casa, que se incendien
los lugares comunes y sus llamas
ardan para los dos
y nos permitan
pasar juntos el resto de la noche.