Si el que llega al lugar
tres o cuatro minutos después de ocurrido el milagro
es persona sensata
verá los rostros extasiados
como síntoma de un pernicioso
delirio místico.
Si es inteligente
sufrirá muchísimo
- y tal vez para el resto de su vida -
por lo que se perdió.
Si es humilde
se llenará de gozo por la parte
que le hubo tocado vivir del suceso.