Al mirarte diviso océano y tempestades
mientras damos paseo sobre nubes de algodón.
Denudamos los cuerpos con amor y pasión
somos objeto de admiración entre deidades.
El dulce tormento recibo de tus bondades
debajo de tus volcanes late tu corazón,
también en tu venus hay tormenta y es tifón
y mi marte no está ajeno de las novedades.
Ya bebemos dulzuras de nuestras emociones
cual agradable dolencia vienen los gemidos,
son todos míos lo que hasta ayer me eran prohibidos.
La diversidad de tu océano son pasiones,
que ahora paz encuentra sobre mi amante pecho,
nube de algodón enmarañado, es nuestro lecho.
El señor de los fierros
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Con besos volvimos a la infancia, tus sabrosos venenos que agradablemente cura mi dolencia…