Soy como el ave que lanza
raudo sus alas al viento,
cuando fracaso yo intento
seguir volando. Y presiento
que no hay experiencias malas,
que vendrá un amanecer,
las flores a florecer
y el sol de nuevo a brillar,
pronto vendrá otro querer
¡no cuesta nada soñar!
Y en este arduo caminar
voy recorriendo el camino
cual Machado,
-triste y apesadumbrado-
a la verita del río,
intentando no caer,
abriendo muy bien los ojos,
entre espinos y entre abrojos,
mirando el agua correr
disfrutando del placer,
de esa linfa cristalina
que se vuelve cantarina
al sortear la corriente
como yo voy esquivando
los conflictos de mi mente.
Voto a Dios que no nací
entre plumas y oropeles,
no tuve lujos. Las mieles
del amor fué de mi padres
que proyectaron en mí
sus deseos, sus anhelos,
su cariño, sus desvelos,
todo el saber que tenían
mientras pasaban sus días
entre faena y faena
soñando que sus esfuerzos
si que valdrían la pena.