1- TE BAJARÉ UNA ESTRELLA
En la altura de la noche
hay una hoja de verbena
que ríe con luna nueva.
Tú,
corazón de sangre toril
que corres por mis venas
deja hondas los desdenes
de rostros pasados.
para mis cristales ceras.
Un abierto sol de balcones,
entrada de palomas coralinas.
Estrecharé tu agonía
de antiguas cerrojos/
De otros nombres
no recordarás ni su eco.
Ven aurora mía que apetezco
esos labios de sangre que claman
despertar en la mañana
con sabor a miel de panales/
.
Abre los pórticos de tu alma
que bajaré una estrella
para fundirla en tu pecho.
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2- TU, ESPIGA FLORECIDA
Herencia de espiga florecida,
dorada como sol al alba.
Negra melaza en tu piel de tierra,
distribuiste el halago de mis adjetivos
en todo tu cuerpo sustantivo.
Reposaste tus laderas en la pilosa
almohada de mi pecho
mientras en los ribetes del cuello
bebías con ansias sangre de breva.
Entre tus muslos de espadas
hallé tu pubis de rizados tortolos,
al hueco de tu ombligo
le plegué saliva de encías dulces
enjambre urdido de mosto y
al envés de tu pecho,
en esa espalda de horizonte amplio
dejé las sales de olas marinas
encerradas en los puños de mi infancia/
A tu pubis le heredé las ultimas lagrimas y
las flores que en tu infante desabrigo
habían florecido mínimas de pistilos.
En el camino al eco de tu cuello
un hada de estío arpegiaba liras.
Escuché el reverdecer de tu voz
bajo el hueco de tu mentón,
el alimento del trigo esparcido con libertad
mordiendo cada grano cual si fuese tu carne/
Te bebí la sangre como ese ancestral cáliz divino.
Precipitado ya era en tu embeleso,
cayendo en regreso a tu azul pubertad/
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