La bruja cristina,
esconde una risa en su mano,
y la deposita en mis labios.
Una sonrisa melancólica,
embellece mi rostro.
Y a su alma pálida,
le apetece la mía.
Mis dedos herejes,
desnudan su cuello,
que viste su cabello.
El pasado borra el presente.
Al hoy lo alimentan,
solo los buenos recuerdos.
En el bosque ancestral,
se graban nuestros pisadas
sobre el río sagrado.
El gorrión nos bautiza,
con su canto inmortal.
Y solo nos resta amar.