En el duodécimo mes como cada año,
emociones mezclan con la canela de ponche,
la caña y naranjas en rival efecto agridulce
a pasajes pasados me llevan, incontables triunfos
y tragedias... Pero hoy en éste distinto doceavo,
un astro más por su ausencia ha brillado,
primera estación de foquitos y esferas que mi madre
con dulzura y afán ya no espera... La casa,
el hogar que formó, ha esfumado, aunque pensándolo
bien, los cimientos han preservado mas, es triste
imaginar las polaroid al entrar a la mansión de altas paredes
y patios en donde disfrutamos párvulos momentos de antaño...
Lustros pasaron. Recuerdo al arribar en meses de ausencia,
su beso y sonrisa aderezaba de decembrinas esencias,
un festivo espíritu emanando en la piel y castañas,
contagiando a seres tan duros como Ebenezer...
En esta época su alma, aún más de amor y piedad rebozaba,
nunca en tragedia dejándose envolver, su posada
personal en piñatas y petardos a todos por igual
daba, aguinaldo de esperanza nos iba iluminando...
Nunca el dolor de la humanidad minimizando, sólo el vaso medio
lleno mirando, y de hecho, haciendo algo, en lugar
de tiempo perder en lamentos, llorando...
Velitas y rezos de incondicional amor su credo era,
hasta sus últimos alientos...
Oh, no, no es un Diciembre más...
es un Diciembre como no otro... su voz no escucharé jamás...
La vida nos alcanza, con sus bienvenidas y despedidas...
De pronto, el rumbo he perdido, mi tejido de pensamiento
no encuentra su hilo... Creo que lo que decir he querido,
es que éste Diciembre es diferente... es más frío...
Mami, te extraño...
Copyright© 2013 Rocío Vega-Ponce