Poema; A un adolescente
La huella que me dejas en mi alma cuando te miro
es un camino de recuerdos,
en algún costado de la calle.
Te asemejas a flores silvestres, inmaculadas y tersas
Serpenteante bordeada de manzanillas.
Tú me crees un barco inmenso, lleno de sabiduría
Mientras yo solo soy tu tierra donde aferras tus hermosas raíces
Tú joven que fuiste un retoño, un pequeño entre mis fuertes brazos.
Me imaginas un elevado monte difícil de escalar
Si supieras que soy tu valle, germinando a tu merced.
Contigo
me amalgamé en suspiros,
Me aferré a ti como el oxido en los viejos puentes
Haciéndome a tus rieles, fuerza y paciencia.
Clavado allí en ese sitio, allí lejano y centenario
Como las viejas cadenas, en los añejos muelles.
Un joven quizás también he sido, lo fui para los carnales,
Cohabitaron en mí
ser compañero, hasta en la muerte
Sabiéndome amigo, del viejo anciano, escuchando sus historias
de una viejo amor, que le arrancó la muerte.
Del vagabundo perro olvidado en alguna plaza,
Decir que soñé tus mismos sueños
Un nuevo pantalón y una camisa esperando a los reyes magos
O quizás la tía más amada te regale tan solo un piropo,
O la vecina que se parece a la madre,
¡Oh mi niño, mi adolescente mi espejo!
Soltar alguna que otra lágrima,
por sentirte herido fácilmente,
Ofendido por un amor no correspondido.
Muchacho algo indeciso, que revoloteas con gracia y elegancia
Como un pichón que esta practicando su vuelo,
Migrarás una mañana, una tarde, en tu estación,
Traerás a tu nido pichones,
¡Tantos sueños!
Cuanto silencio en las palabras, empañando mis ojos
Que lloran en aguacero, bendiciendo tus brotes,
Dejarte a rienda suelta, bendecirte mi Ángel infinito,
Que riamos juntos a la vida, ser ese fijo recuerdo
Cuando halla partido
es todo cuánto anhelo.
Te hiciste con mi abrazo, de un fugaz encuentro
Con la morena y bella madre
Que pario mi sueño,
Empero creciste, fuerte como crecen los quebrachos
Siendo mi vejez indeclinable, se tuercen poco a poco ya mis gajos,
Como la parra que sus ramas encorva, acunando a verdes jóvenes racimos.
Se vence la mirada, cuando se hace distante.
Tengo un mundo de ilusiones, un baúl de abrazos y besos
Niño sin rumbo fijo, un hombre hecho a semejanza de tutor y sangre
Un poeta breve, como tus pocos años
Adolescente de mi alma, no quiebres tu fe en mil pedazos
Cuando te desalientes,
así lo dijo en proverbios
Un viejo milenario, todo en esta vida tiene solución,
Menos la muerte.
Darío Ernesto Muñoz Sosa
Autor: Argentina