Es arrastrada mi alma condenada
por el sendero ignoto de un abismo
y un torrente de ensombrecidos versos
vagan en la nebulosa de mi delirio.
Es mutilada mi alma en mil pedazos
con el fiero puñal, la indiferencia
y en cada vericueto mis ojos moribundos
buscan los despojos de mi sombra.
Colmillos hambrientos me persiguen,
caen rayos de sangre de la luna enferma
y se retrata en la oscura noche
la imagen del Cristo, con su cruz a cuestas
Mi Dios me tiene abandonado,
está ocupado en temas importantes
y esta pizca de barro que respira
es simplemente nada.
José Eugenio Sánchez Bacilio