Como hamacas que se mecen, las olas del Mar Caribe,
Se acercan para abrazar la orilla de mi Borinquen;
Se van, vuelven y la besan, y quieren jugar con ella,
Porque están enamoradas, de esta isla tan bella.
Se detienen por momentos a recrearse en la arena,
Mientras otras se aproximan porque la cosa está buena;
Corren tras de las rocas, que a distancia las admiran,
Y se esconden, pero al rato, otra vez vuelven y viran.
Las rocas llenas de celos, tratan de aguantarle el viaje,
Pero ellas son más listas y hasta le sirven de traje;
Parecen trajes bordados lo que forman con la espuma,
Que con la brisa se esparce y como el humo, se esfuman.
Olas del Mar Caribe, nunca hieran mi terruño,
Sigan siendo tan humildes, y ayúdennos con el sueño;
De ver que la libertad, un día abrace a mi islita,
Y que demuestre que es fuerte aunque sea pequeñita.
Que aquellos hombres que siempre, soñaron soberanía,
Gocen dentro de su tumba y bailen de la alegría;
Y que todos los poetas que con sus versos cantaron,
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita