SEGUNDA BATALLA
Yo esperaba resultados
de tu confusión.
Y tú, la diversión
que te he proporcionado.
Fue una guerra que dio lugar a muchas batallas en las cuales, tú, colocabas las condiciones y portabas armas de destrucción masiva.
Tragar saliva, reconocer la derrota y partir por la popa, porque perdí.
Todas tus palabras puntiagudas cual flecha de indio laceraban mi corazón que quedaba tirado en la línea del espacio-tiempo tan fatuo y tonto por soportar la tribulación. Y es que cuando media el corazón, la razón pierde su virtud.
Tu fingida indiferencia tenía la fuerza de una bala expelida por un cañón de magnífico alcance y preciso impacto.
Un precario escudo que poseía llamado corazón que lastimabas y herías a tu antojo (Con él agotabas tu enojo). Con recelo insistía, no me defendía, me levantaba tras cada caída. Tú no caías y si ocurría yo no lo sabía. Empero, todo fue inútil, infructífero o írrito.
Mi escudo termino roto
y tú esperando otro…