Mi querida lulú,
fuiste el mayor de mis deseos
y el perdón de mis pecados,
entraste en mi entorno cuando menos te esperaba
y te fuiste de mi vida cuando más te comprendí.
Creaste luz y borraste el dolor,
sacaste las piedras y encontraste el oro,
pero tu mi querida lulú,
has inventado el miedo y has fundado la
marca de la duda entre el reflejo del amor.
No es seguro lo que en realidad signifiqué para ti,
ni es probable lo que por mí sentiste;
solo el sentimiento de un alma pura ha de yacer intacto
y ha de ser sensible al dolor.
Solo existen dos momentos,
dos momentos que recuerdo con dolor:
El hecho de que me traicionaras y el haber dicho que no
te arrepientes de haberlo hecho; Calma,
esto no ha de robarme el sueño, querida lulú.
Tu bien sabes que nunca dimos los pasos adecuados
y más que nada nunca dimos cabida a la razón.
Al terminar nuestra unión según afirmas,
has encontrado la felicidad suprema
y has llegado a hacer cosas que solo tú sabes por qué.
En cambio, yo he logrado entender,
qué fuiste, qué no fuiste, y qué jamás serás.
Ya no eres la persona
que una vez amé, ahora eres
una canción que no recuerdo,
un poema jamás escrito,
una razón sin sentido; Lulú.