Volví a ponerme mis zapatos viejos
los que ya lucen chamuscados, rotos,
pero no me importa sentir complejos
y ando con ellos dentro de alborotos.
Zapatos viejos, guardan mis reflejos
los siento fieles por estar devotos,
acompañándome a lugares lejos
que a veces demasiado son de ignotos.
Como escudo de acero es el aguante
los rigores del tiempo no le asustan,
aunque el agua los cuela, y es bastante.
¡Es que son cómodos, así me gustan!
Con los cordones flojos, deshilados,
zapatos viejos tós descolorados.
Julio Medina
30 de agosto del 2013