Es la vida para mi,
un dejar pasar el tiempo,
un recordar lo que fuí,
lo que seré ni un momento
ya ocupa un espacio aquí.
Los pecados capitales
-placenteros, seductores,
pequeños vicios vitales,
traviesos, provocadores-
ni seducen mis andares
ni mitigan mis dolores.
Nunca fuí muy perezoso,
como buen disciplinado,
y es curioso que este gozo
que no tuve en el pasado
ahora disfruto gustoso.
La gula no me acompaña,
-disfruté del buen yantar,
un buen vino y un cantar
a coro con la compaña-
¡sólo aspiro a recordar!.
Yo soberbio nunca fuí,
al menos eso yo creo,
mientras camino yo veo
que el ego no anidó en mi
ni siquiera en el recreo.
Tampoco fuí ambicioso,
ni avaro, ni codicioso,
ni me interesó el dinero,
pues si de algo fui vicioso
fué de reunir “te quieros”.
¿Qué decir de la lujuría?
Lo recuerdo vagamente.
Aquí tropieza mi mente.
Se me olvido de repente.
No admito ninguna injuria.
¿Envidia?, oh, la envidia!
¿al que tiene más dinero?,
¿a el que siempre es el primero?,
yo me descubro el sombrero
y sucumbo en esta lidia.
Y para finalizar la ira.
¿Quien no ha soltado algún taco
alguna vez en su vida?
Me confieso timorato,
pero hay gente mal nacida,
se diga lo que se diga.