Convive con apariencia sin llegar jamás
sueños raras sin lugar en la realidad,
en espera que el de afuera, tenga dignidad
viene aquí solo a presumir entre los demás.
Obligado a partir olvidando su arrogancia,
aquí también hay quien sabe escribir y demuestra,
respetando epígono expone su obra maestra
que reconozcan quien quieras la real prestancia.
Cruje maldad en resaca y allí se consume
y su pasado agoniza en la casa de enfrente,
sombra que se beben a unos fetos consumidos.
Del cielo baja el ahogo a ver, pecado enorme
que con su furia enturbia toda la clara fuente,
por soñar, al despertar altera los dormidos.
Este que se muestran con engaños coloridos
que, cual arte manifiestan mientras por primores
con falsos silogismos ven falaces colores,
a pesar con cautela engañan a los sentidos.
Los viles, con quien lisonjear han pretendidos,
excusar los años con ceros han dado horrores,
se asusta vencido por el tiempo y los rigores,
dejan triunfar la vejez sin memorias y olvidos.
Nadie de los vanos serviles tiene cuidado,
engulla a las flores bellas por ser delicada,
todos resguardos son inútiles ante el hado,
hasta la diligencia es necia cuando está errada.
Todos son afán caducos si no es bien mirado,
descuidado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
El señor de los fierros
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Miserable honor el de entregar el ansia de la inmortalidad a las palabras, que son símbolos perecederos...