Respiro memorias ahogadas
en pantanos agónicos,
memorias que emergen marchitas
y decoran de angustia mi presente alado.
Su sabor amargo,
revuelve mi interior y lo intoxica,
liberando toneladas de pisadas que duelen,
que quiebran armonía con ritmo feroz.
Se arrojan fantasmas
entonando melodías devastadoras,
se inunda mi alma de temores añejos
que se revisten de armadura.
Huelo la esencia asesina de las tinieblas,
enfrascada en recuerdos malditos,
que martirizan mi andar errante de esta hora.
Advierto absorta, la cercanía
de un ejército de lágrimas innumerables,
sobreviviente de mil batallas internas.
Anticipo la escena de mi derrota,
facilitada por la fuerza de abrazos carentes,
y el triunfo del desconsuelo.