Mis Sentimientos

La Obra de Arte

Una piedra pálida y ordinaria

de su yacimiento fue extraída.

Su belleza era la del arroz

delicada, aunque fría.

Un día el artista la observó.

Se imaginó sus ojos rasgados,

con la dicha de párpados divididos,

sus iluminados cabellos, lisos y largos.

negros, como lo es el carbón.

Él trabajó a fin de lograrla

con la mayor excelencia.

Le hizo bien cubiertos

los pies pequeños

y los muslos discretos,

con un vientre de luna

y los pechos de niña.

Cinceló su rostro ovalado

con nariz de fino triángulo,

su sonrisa casi desapercibida,

delicadas y pitusas manos

cubrieron su corazón,

de piedra por supuesto

porque esa era su naturaleza.

La culminó más hermosa

que cualquier otra mujer.

Era sencillamente perfecta

y la admiró hasta yacer

dormido como un niño,

abrazado a sus pies.

A la mañana siguiente

contempló una vez más

su obra por fin acabada,

pero no estaba en su poder

el darle nombre y conservarla.

Luego llegó un representante

del emperador a revisarla.

El enviado los llevó ante él.

Éste al verla se complació.

Era tan bella que la deseó,

y mandó buscar a su semejanza

una flamante concubina.

Un astuto lacayo buscó primero

en la casa del humilde escultor,

y allí yacía ella... moribunda.

Era hermosa aún enferma,

con ojos fulgurosos cual estrellas

fugaces a punto de caer a tierra.

No podían salvarla y murió.

El artesano la amaba tanto.

Siempre había querido darle

un estatus mucho mejor,

por eso su inigualable escultura

viviría por siempre

en el palacio de su Majestad,

aunque el pobre hombre sabía

que se quedaría sin ambas:

la mujer, el amor de su vida

y la estatua, su vívido recuerdo.

 

Mis Sentimientos