Sueño el momento en que sus ojos
acorten la distancia hacia los míos
sabedores que el dolor aprieta el ansia
de un abrazo sereno, enternecido,
y no vuelva yo a verme en extravío
o en sinrazón de la vida, sin sentido.
Sueño el momento en que su mano
estreche la de aquel que le ha ofendido
aunque en el alma se sienta malherido
por solo amor le haya perdonado,
con secillez en su corazón, al recibirlo,
la invisible grandeza se haya manifestado.
Sueño el tiempo en que un pueblo enajenado
despierte ante el abuso desmedido
que en su ignorancia, por sí lo ha permitido,
mas conciente al levantarse de esa tumba
donde solo se ha enterrado en su atolondre,
como un gigante y sin vacilación actúe,
y recupere el amor propio que ha perdido.
Sueño el momento en que la desdicha
se aparte por completo de este mundo,
que si el hombre siente tan profundo
no encuentre el camino, tan sencillo,
como guardar al hermano en infortunio,
en verdadero amor fraterno concedido.
Sueño ese tiempo en que el humano
deje de buscar camino fácil,
que por esfuerzo de aquel comprometido
será premiada con creces la fatiga
y en lugar de que deprede, el que cuide
deje un mundo mejor para el que viene.