a veces nos ciega tanto la apariencia, aparentar ser lo que no somos, ocultar realmente lo que somos; fingir que todo esta bien, que no hay tristezas, aun cuando sabemos que nuestra risa es falsa, y que nos acusa la mirada colmada de lagrimas que por retenerse ya no aguantan.
a veces nos creemos buenos cuando nuestra maldad es tan evidente, decimos amar cuando realmente, el odio, el rencor y la envidia nos consume por dentro como una hoguera horrenda e inclemente. gozamos tanto al ver como otros caen, y cuando le vemos en el suelo, pidiendo ayuda, no le tendemos la mano, dejandole agonizar, herido y sin consuelo, y si fuera posible, lo pisoteamos aun mas. y de aquel nos admiramos como queriendo decir : a mi nunca me pasara, ignorando lo que reza aquel viejo refrán: NO ESCUPAS HACIA EL CIELO PORQUE EN LA CARA CAERTE PODRÁ.
vivimos tan livianamente, aferrados y afanados a lo material, como si fuese el sino y el todo de nuestras vidas, sin saber que todo, como viene, también se va, que ni el dinero, ni la fama, ni los lujos, ni los placeres, hacen la verdadera felicidad, sino que vivir al amparo de la voluntad de Dios; pero muchas veces a Dios lo tenemos como un recuerdo, pero no como un Ser Vivo que quiere vivir en nuestras vidas, un Ser Vivo que, aunque no le veamos, esta ahí, siempre ahí, esperando que le dejemos morar en nuestros corazones.
para nosotros es mas fácil tenerlo a El como un recuerdo a que dejar que El tome dominio absoluto de nuestras vidas. es mas facil pedirle a otros que interceda por nosotros, y no nosotros esforzamos por buscar su gracia y su favor...