No niegues el verano de tus labios
Al frió invierno de mi cuerpo
Ni te olvides de la tierra fértil que hay en mis manos
O el surco de mi pecho
Pues aguardan las semilla fértil de tu esencia
Y ahí cultivaran con cada beso
La cosecha que te hace ser mujer
En mi huerta has plantado el árbol del deseo
En cada rama están tus sueños
Sus raíces sembradas en mi alma se aferran a mis días
Y en cada uno de ellos
Alimentare mi espíritu con los frutos de tu amor
Como un humilde labriego
Trabajo con mis manos tu cuerpo
Mi sangre espera tu celeste cosecha
La transparencia de tus ojos
Y cuando socave tus adentros
En los campos de tu piel
Viviré eternamente.