(soneto)
Con este vino que empezara el año
mojar quisiera tu labio purpurino,
en el sensual momento repentino
y, en el sensual instante en que me ensaño.
Morder tu boca para hacerle daño;
tu sangre se confunda con el vino
entonces beberé ya, mi destino
ocultando quizás mi desengaño.
Tú fuiste del ayer la grata ausencia,
el vino tinto quien curó la llaga,
ahora que no estás -benevolencia-
he pedido al destino que te amaga:
que perdone tu ingrata indiferencia
aunque mi corazón sólo divaga.