Ya son casi las seis
y aún tu sombra no inicia la tapadera de la mía,
aún las cortinas rojas no se han aclarado,
con el fresco sol de la mañana,
con el frío final de la madrugada.
Como puede encerrar está habitación oscura dos cuerpos brillantes,
como puedo ser tu dueño si eres lo más exquisito sin duda,
nuestros besos de buenas noches ya están por secarse
y nuestros sueños mutuos ya están por acabarse,
abrazando un cuerpo que no parece ser de este mundo,
abrazando un alma pura y exclusivamente mía.
Ya son las seis y desperté sin sabanas
y con una sonrisa en la cara,
observando lo que ya es parte de la cama,
tu piel bella y joven,
acompañado de esos labios enjuagues de momentos
y yo aquí queriendo café... El café cálido de tus ojos alojándose en mi mirada.