Dos hojas de papel, que encoladas
y juntadas, se dejan secar,
no se pueden separar...
mas si se intenta, sucede
que por cualquier parte se agrietan,
rasgan y quedan en una
pedazos de la otra, y ninguna
de las dos se sale entera.
Con lo nuestro así es que fue,
como hojas de papel,
donde yo escribir quería
las más bellas poesías,
y el pegamento agregué,
hecho con ternura y fe.
Pero el viento que sopló
(desconfianza y cobardía)
nos llevó día por día
a lejanos territorios de traiciones.
Y, la pasión que azotó
como rayos mis acciones
(violentas contradicciones),
tu amor que no me anheló,
al débil papel mojó,
destruyó, y los lastimosos restos,
insignificantes, expuestos...
¡no inspiran ni compasión!
Un amor que es de papel,
no es de oro, no es de acero
ni de piedra ni de roble,
es seguramente el más pobre
y su historia no merece
muchos versos, solamente
la desidia en que perece...
¡Lástima que perdí una mano
(se quedó entre tus pezones)
y no me saco tus ojos
de delante de los míos,
tu respiración ansío
entrando a mis pulmones...
y los pobres corazones
¡tan íntimamente unidos!
Quise darte un nombre nuevo,
quise llamarte Raquel
(nombre de mansa mujer),
quise que fueras mi esposa...
pero me equivoqué,
¡tú no querías tal cosa!
y apuramos el fracaso,
rompiéndonos en pedazos
¡en nuestro amor de papel!
Te llevaste mi alegría...
me quedé con tu esperanza...
mi ilusión se fue contigo...
tu olor se quedó en mi cama...
ya (casi) versos no escribo
(me dejaste pocas ganas
y en las rimas no coincido...)
... Sobre papel mojado,
pobres pedazos, no atino
a hilvanar muchas palabras...
Sólo escribiré: “Olvido”.