Fuimos muertos que viven
de su propia expectativa,
y allí,
en un encarne de noche en día,
vimos lo que la realidad podía hacer a la ficción.
Y lo que nuestra realidad
pudo hacerle a la vida.
Y fuimos tan rebeldes,
que sumisas a cada orden,
obedecimos el verso
que dictó alguien mayor.
Tú, de tan lejos deseada
y tan cerca prometida
siento yo en ti la vibra
que no vibra en tu interior,
sino que muy bajo el suelo,
en un lecho de raíces
allí están los matices
de nuestro mortuorio amor.
No culpo a las estrellas,
por no verte en el camino
aunque al tenerte tan lejos...
se me enferme el corazón.