Vives desnuda en mis pensamientos,
como si mi cabeza fuera el Eden
y tú no conocieras el pecado.
Sin pena paseas de un punto a otro
con el viento acariciando las líneas
que forman tu traje de Eva,
y yo veo tus muslos moverse al ritmo de tu paso,
conqueteando a estos ojos que te siguen ansiosos, perplejos.
Sí, es tu Eden mi paraíso,
en que te hallo desnuda,
en el que te veo completa
desde los poros en tu cuello
a las líneas donde doblan tus tobillos.
Con tu cabello acariciando la piel que vistes
y tu inocencia decorando todo el jardin.
Aquí no hay pecado que a ti te tiente,
sólo mi lujuria que disfruta mirarte a la distancia,
como si tú fueras el fruto prohibido
y tomarte ameritase el destierro.