Rostro pintado de sol
bajo el ala del sombrero,
percibiendo al minutero
con su traje de bijol.
De la frente tornasol
le brota un cauce suicida.
Lleva en la boca prendida,
entre los labios danzando,
de una sonrisa colgando
la brevedad de la vida.
Palpan la vieja camisa
dos escápulas de sal,
muestras de la colosal
expresión de su divisa.
Busca refugio en la brisa
para apagar el sudor.
Y cuando cesa el rigor
que el esfuerzo presupone
la suerte del sol se pone
con paleta de pintor.