Señor, tú conoces mis emociones
y sabes de mi vida sentimental;
tú puedes ver los corazones
y sabes de mi vida conyugal.
Amé sin que amaran
y soporté en silencio por temor,
nada de mí le enamoraba,
sufrí la esclavitud de un falso amor.
Nunca supe de correspondencia
ni supe de amores compartidos,
el amor se me hizo obediencia
maltratos, indiferencias y olvidos,
Señor tú sabes que no miento,
sabes que mi amor fue un engaño
que sufrí cada día en silencio
construyendo en soledad mi propio daño,
Y ahora señor, después de todo eso
me presentas un amor nuevo y distinto,
un amor de los que no tienen regreso
y que a veces nos empujan por instinto,
Un amor extraño y prohibido
que llegó a mi alma y llenó el vacío,
y pesar de saber que es clandestino,
se que tiene algo de divino.
¿Dime señor, es ese el amor
que siempre yo he soñado,
y que por alguna razón
me lo has presentado?
Si es así, déjame vivirlo
déjame señor, libar sus mieles
ya mi corazón está tan herirlo
y son sus heridas demasiados crueles.
Señor, dame una clara señal
y dime que ese amor es mi regalo;
dime que es algo especial
que para mí, tenías guardado.
Déjame entonces vivir,
para disfrutar a plenitud
ese amor que he podido descubrir
al pintar mi cielo de brillante azul.
Déjame disfrutar mi oportunidad,
quiero aprovechar el tiempo perdido
que si algo me sale mal
me queda la dicha de haberlo conocido.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela