Sí, ahora comprendo.
Ignoraba lo que tú
sentías por mí.
Hasta que te soñé...
Estabas en ese sueño,
completamente desnuda.
Estabas amando
a un hombre...
él tenía mi rostro,
mi cuerpo.
¡Era yo el del sueño!
Todo mi sexo
estaba dentro tuyo...
y tus gemidos de gozo,
me hacían enardecer...
Ignoraba lo que tú
sentías por mí...
Sabía que en el
transcurrir de los días,
después de ese sueño,
iría a buscarte,
a contarte
cara a cara
lo que había soñado...
Y mi sueño se convirtió
en realidad.
Porque tú me confesaste
que me deseabas,
pero nunca te atreviste
a darme una señal
de tus sentimientos...
Conversamos sobre ése,
mi sueño,
y tomé tu rostro
entre mis manos...
y nos besamos tanto,
que nuestros cuerpos
se convirtieron
en dos calderas humanas.
Cuando te conocí,
nunca hubiese imaginado
que terminaríamos
en una cama,
haciendo el amor...
¡Cuánto gozo y placer
vivimos y sentimos!...
Bendita mujer,
que me hiciste sentir
los mayores goces
sexuales que dos
amantes puedan tener...
Gracias por existir
en mi vida.
¡Cuánto agradezco
todo lo que me otorgas!...
A escondidas
nos encontramos,
para amarnos, plenamente,
total y absolutamente...
Te recuerdo
cuando conmigo no estás,
y me excito.
Esperando el próximo
encuentro
para volver a gozar...
Derechos reservados de autor( Hugo Emilio Ocanto - 19/12/2013)