Adelaida López Marcos

EL SILENCIO DE UN ROBLE

                                

Si alguna vez me hubiesen preguntado
cuantos idiomas soy capaz de hablar,
les diría que el materno
lo escribo con el lenguaje de mis rotas uñas
que han demostrado ser fieles brochas de pintores.


Nunca he sido tan creativa con la madera
tallando y rasgando mi sentencia
segundo a segundo, ¡se puede palpar entre el rojo de mis huellas!
que llevan mi latido y la rabia en una caja de madera.

¿Hay alguien ahí?
¿alguien me oye?
¡no!
¡Nadie puede escuchar el silencio de un roble!.


Si alguien me hubiese preguntado alguna vez
cuál era el olor que más odiaba,
le hubiese dicho inmediatamente
¡el olor del azufre mezclándose con las flores frescas!
es un olor muy amargo,
¡rancio con seda salvaje vieja y de encaje!.


¡Cómo me pinchan estos alfileres desgarrando mi carne!
¡Cómo me queman estos ojos deshaciéndome por sentir llegar tarde!
como si me masticasen a mordiscos
¡no soy capaz de gritar con mis labios cosidos!


¿Y mis brazos?
¡y que decir de mis manos!
¿cuándo se han cerrado estas manos?
¡sintiendo ser buffet rodeada de madera y gusanos!

Soy la hija nacida del vientre robado de la vida
ahora madre viene a buscarme
entre losa y flores que reposan
quedé atrapada en los patios vacíos
porque nadie ha podido escucharme entre el silencio de un roble.