No me cansaré de amarte,
Mujer, dueña de mi amor,
Porque tú llevas calor
A mi vida sin trazarte
Una antipática meta
De medida temporal
Que mantenga mi moral
tímida, frágil, inquieta
En espera de que un día
Me digas que ya ha llegado
El final de nuestro amor.
Y por tanto mi alegría
Es un río desbordado
Es un volcán de calor.