Cuando te marchaste,
sin ninguna explicación,
no sentí rabia o pena,
más bien asombro y estupor,
tu última noticia fue un “te amo”
en un poema de amor.
Durante meses ambicioné,
extirparte de mi corazón,
pero, es perturbador sepultar,
si un cuerpo en el cajón,
siempre esperas reaparezca,
con razonada explicación.
Mas el tiempo inmutable,
en su paso arrollador,
sana cualquier herida,
con incierta aceleración.
Un día desperté sin recordarte,
condonada de tu evocación.
Por ventura en este lapso,
aunque se cárdeno el corazón,
no perdí la facultad de querer,
o mi confianza en el amor,
aun procuro a esa persona,
que me empuje a la pasión.