Ahora que todos se han ido
y María, duerme también,
contemplo lo que ha añadido
Dios a su siervo José.
Dios no me dio a mí riqueza
ni tierras en floración
pero me ha dado la dicha
mayor de la creación.
Primero, la Virgen Santa,
la bella flor de Israel
que perfuma el mundo
desde el portal de Belén.
Su belleza refulgente
amada por el mismo Dios,
regalo de Dios al mundo
que custodio con amor.
Niño, mi precioso Niño,
mi Niño lindo, mi Dios,
que para venir al mundo
quisiste crear a esta flor.
El rey David fue poeta
y sabio el rey Salomón,
más yo soy el carpintero
custodio del Redentor.
Aprenderé bien mi oficio
lo haré con dedicación
de mi trabajo haré versos
que te cantarán mi amor.
No te puedo dar riqueza,
mis manos, callosas son,
mis brazos serán tu cuna,
¡Oh Rey de la Creación!
Niño mi precioso Niño,
mi Niño lindo, mi Dios,
elegiste a un carpintero
como tu padre, Señor.
No temeré lo que venga
porque Contigo estaré
y cualquier cosa que falte
la añadirás a José.
Niño, mi precioso Niño,
Niño lindo de José,
que a mi vida has añadido
el Cielo entero en Belén.